miércoles, 7 de abril de 2010

PERSONAS: Pascual y Reynaldo




PASCUAL REYNALDO

Quizá, corrijo, sin duda, lo más impresionante de este viaje, ha sido la calidad HUMANA como ya he dicho antes, que hemos encontrado en la gente que hemos tenido la suerte de cruzarnos por el camino.
A Pascual lo conocí poco después de llegar con Medina e Iñaki con todo el cargamento que habíamos comprado al Centro Bonó. Siempre sonriente, siempre dispuesto, nunca una mala cara o una queja, incluso después de oir (por equivocación) que los dos días de descanso, después de casi un mes sin parar, no los iba a poder disfrutar.
Cuarenta y seis años, cinco nietecillos viviendo con él, su mujer y varios de sus hijos, además de una hermana inválida a la que también cuida. Todos bajo un mismo techo, muy humilde, pero siempre con comida de más "por si viene alguien con Pascual que quiera quedarse a comer". Con un pescadito rico, arroz o lo que haya. Nos cuenta, después de varios días con él de camino desde Santo Domingo a Puerto Príncipe, que su esposa está estudiando en la universidad. Y ella, cuando le caemos de sorpresa (y tiene esa comida por si acaso viene alguien sobre la mesa esperándonos) nos lo confirma sonriente y orgullosa. Ya ha cursado cuatro semestres de magisterio.

Pascual, al día siguiente de la tragedia, se presentó en el Centro Bonó, a preguntar qué había que hacer. Y fue él uno de esas personas que entraron y salieron del país a diario, cargados de todo tipo de cosas y repartieron, desde el primer día y hasta "antes de ayer", lo que llevaban en él. Ahora, con un contrato. Durante el primer mes, porque sus vecinos y hermanos lo necesitaban. De balde. Sin una queja, con la sonrisa puesta, porque hacía falta.

En el camino, todos le saludan, como a Reynaldo, al que conoceremos más tarde, que va haciendo de Robin Hood moderno por el camino, parando aquí y allá, donde esa gente que ha ido conociendo en sus idas y venidas a Puerto Príncipe y repartiendo sonrisas a modo de leche para niños, arroz o agua.

Dos personas muy diferentes, pero a la vez muy iguales, por su capacidad de disfrutar en cualquier situación, por su humildad, por su saber estar, por su cercanía y sobre todo por tener un corazón que no les cabe en el cuerpo.

1 comentario:

  1. Qué suerte tan grande haber encontrado a esta gente tan maravillosa, y tan dispuesta a ayudar, ...
    Me refiero a todos aquellos que os habeis encontrado por el camino, ... pero sobre todo me refiero a vosotros, que lo habeis hecho posible, que lo habeis transformado, que lo habeis materializado, ...
    Gracias también a vosotros, por estar dispuestos, y por elegir cambiar el viaje con mochila, por este granito de arena!!!

    ResponderEliminar